LUTO ROJIBLANCO: FALLECIO ALEJO CASO EL EMPLEADO MAS ANTIGUO DEL SPORTING
| Alejo Caso, posa en el estadio del Molinón | 
Ha fallecido a los 54 años de edad 
Juan Alejo Caso Cuesta tras largos días de lucha contra una dolencia 
multiorgánica que le mantenía internado en la UCI del Hospital General.
Sus restos descansan en la sala 13 del Tanatorio de Cabueñes-Gijón. El funeral por su eterno descanso tendrá lugar mañana martes, a las 18 horas, en la Iglesia Parroquial de San José, tras el cual su cuerpo será incinerado.
Alejo sumaba 34 intachables años como 
empleado del Sporting, el más antiguo en nómina de esta entidad ya 
largamente centenaria. Eran 34 años de dedicación en cuerpo y alma, más 
la otra veintena, desde que nació, con la sangre rojiblanca corriendo 
incontenible a borbotones por sus venas. Toda su vida fue y giró 
alrededor del club de su alma, al que se entregó sin límites.
Extremo de orejas de soplillo, voluntario de la Cruz Roja, copiloto sin dobleces… Alejo fue lo que siempre quiso ser.
Se nos ha ido la persona más buena del
 mundo. Se marchó con la misma discreción con la que vivió: sencillo, 
humilde, alejado de ambiciones y artificialidades.
Criado en La Guía, capital del 
sportinguismo, recibió la herencia del sentimiento de su padre, el bueno
 de Andrés “El Roxu”, y las llaves del oficio, como un relevo más de 
cita olímpica, de Joaquín Tuya. A ambos recordó siempre con sinceros 
oropeles de agradecimiento.
Alejo,
 compañero, siempre fiel, servicial sin cortapisas, trabajador sin 
reloj, tuvo un corazón tan grande como el mismo Molinón, al que consagró
 todos y cada de uno de los minutos de su vida.
Alejo, tan internacional como el que más...
Un abrazu, amigu. Encárgate ahora, 
desde arriba, desde lo más alto, de guiar al Piles para que nunca se 
salga de su cauce, que lo que sobra es regadío en el campo; de que los 
pavos reales no confundan su paso entre las butacas de la Tribunona, que
 bastante guerra te dieron ya las gaviotas y las palomas, ni de que los 
novios se queden sin su foto de verdor rojiblanco después de las muchas 
parejas que dejaste bendecidas.
Y ahí, en tu casa, en El Molinón, cada
 vez que se abra, su chirriar de salitre nos recordará que no ha habido 
nunca ni mejor persona ni más eficiente “mayordomo” que tú.
 
 
 
 
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